Por: Yasmín Díaz Sánchez
México
¨Enamorarse cosa locos, de arriesgados¨-me decía mi amiga Gloria al efecto de unas copas-,el amor se había convertido como en una especie de sueño inexistente: Todos buscaban lo mismo, diversión, un rato pasional que terminaba en olvido, pero…mientras discutíamos sobre el asunto, seguíamos ingiriendo varios tragos de tequila, cantábamos, brindábamos y al salir del antro, casi arrastrándonos, no usamos el sentido común, fuimos irresponsables, mi amiga por conducir en estado de ebriedad y yo por subirme a su coche, sin embargo en ese estado, le había contado que amaba leer novelas donde había damas y caballeros pertenecientes a épocas anteriores, como que no sentía que mi amor fuera de este tiempo, no imaginaba que mi subconsciente guardaba esa información en el mundo surrealista de mis más recónditos sueños…Gloria chocó y de pronto no supe qué pasó, un rato de oscuridad y desperté, estaba tirada en una especie de bosque, mi vestido era blanco, largo, no entendía qué estaba haciendo en ese lugar, entonces me encontré con esa mirada, que desde el mismo instante que sentí me recorría, era como si todo mi ser hubiese sido succionado para fundirse en el suyo, empezó a latir fuertemente mi corazón, mi estómago se comprimía, era maravilloso conocer a un hombre con toda la galanura que jamás hubiese imaginado, me dijo que su nombre era Ricardo, el mío Jesica -le dije-, me tomó de la mano para posteriormente invitarme a subir a su caballo, después me llevó a un castillo, me hizo muchas preguntas, al momento de la conversación tan amena, me di cuenta que algunos términos que utilizaba en su vocabulario eran desconocidos y no supe cómo disimular la ignorancia que estaba experimentando, más fue tan fuerte mi atracción hacia su persona, que cuando me pidió un beso, no se lo pude negar, era como si tuviera la certeza que mi ser le pertenecía, a partir de entonces vi ocultarse y salir el sol una y otra vez, pero cada día que pasaba, al contacto de sus besos y de su piel, me enamoraba con más intensidad, entonces supe que el amor era un sentimiento real: Reímos, cantamos, bailamos, nos entregamos bajo la lluvia, bajo el sol, en envolventes noches de luna, supe que era felicidad porque mi rostro tenía plasmada una sonrisa permanente, más llegó un momento en que se acercó a mi con la cara triste y no pude evitar percibir en mi alma su dolor, me dio nuevamente la mano, se escuchaba una música suave, como de murmullo de viento, sus manos tomaron mi rostro y cuando sus pupilas dilatadas se clavaron en las mías, me besó con tal intensidad que pensé que flotaba, me dijo: -Gracias, fue un placer -…lo abracé intensamente y nuevamente una tortuosa oscuridad me sorprendió por un instante, entonces desperté en un hospital, mientras escuchaba los aplausos de los médicos que habían logrado sacarme de una inminente muerte clínica…todos estaban felices, menos yo, porque ya no estaría más en los brazos de Ricardo, mis lágrimas rodaban a cántaros, sabía que debía continuar con mi vida habitual, que era lo correcto, ha transcurrido poco tiempo y a veces tengo la idea que veré de nuevo a mi gran amor, a ese que seguramente conocí en alguna vida pasada y que tuvo el atrevimiento de conquistarme en otra dimensión.
me encanto